En los últimos tiempos, la cocina ha dejado de ser el centro del hogar, convirtiéndose en un lugar de paso estrecho e incómodo. Sin embargo, la mejor manera de enseñar a los pequeños a comer bien es cocinar y comer juntos; de forma que se sentirán motivados a la hora de probar nuevos alimentos que ellos mismos habrán preparado.
Ir a hacer la compra, tocar, oler, probar… supone un ejercicio necesario para que aprendan a valorar y disfrutar de la buena comida.
Por un lado, con las mezclas de sabores hemos conseguido despertar su curiosidad, su desarrollo psicomotor, sus sentidos y el sentido de la responsabilidad. Por otro lado, hemos enfocado el taller en aquellos que no tienen tanto como nosotros.
Dentro de los “Ocho Objetivos del Milenio”, esta actividad se ha centrado en: – Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
– Reducir la mortalidad infantil
Nuestros “pequeños cocinillas” han cocinado por parejas y respetado los ingredientes que prefería el compañero.
¿Lo mejor? Sus caritas llenas de satisfacción ante el trabajo bien hecho, al comer las tortitas y los sandwiches en el tentempié.
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