Numerosas investigaciones en el campo de la enseñanza de idiomas afirman que el interés y la motivación de los alumnos se encuentran entre los factores más importantes a la hora de aprender un idioma. Por otro lado sabemos que el aprendizaje no se produce si el alumno siente vergüenza, miedo al ridículo, etc.

 

Atendiendo a estas investigaciones, en FACEI advertimos que el juego puede ser nuestro mejor aliado para motivar a nuestros alumnos a la vez que les desinhibe en el uso de la lengua extranjera. Así, el juego es un elemento que se ha integrado en el proceso pedagógico y de una forma especial en la enseñanza del inglés.

 

Por un lado, cumple una función social: en la mayoría de juegos, el niño necesita como mínimo otro igual. El juego hace que el niño valore la importancia de la cooperación ya que en numerosas ocasiones trabajan en parejas o grupos para alcanzar un objetivo común. Por ejemplo, en juegos de vocabulario con “flashcards” en los que compiten para ver qué equipo adivina primero el significado de una palabra.

 

En los juegos de grupo esta función se manifiesta claramente: les obliga a hablar unos con otros y pensar en tácticas para derrotar a sus oponentes. Así, beneficia a los más tímidos o reacios a la compañía, ya que están expuestos a otros niños en una situación divertida.

 

Además, ayuda a mostrar la parte afectiva cuando, a través del juego, los niños expresan sus vivencias, sentimientos, preocupaciones. Mediante su uso en clase podemos conocer los gustos, preferencias y motivaciones de nuestros alumnos.

 

Con el juego como herramienta conseguimos desinhibir a los alumnos y hacer que pierdan el miedo tan común de hablar en un idioma diferente al materno.

 

Porque jugando se aprende mejor.

Paris (coordinador).