Pero antes, un personaje algo singular, con pelos de colores y nariz colorada, nos invita a cumplir un reto: “Para ser dignos de entrar en mi compañía, deberéis convertiros en unos auténticos circenses y para ello, pasareis unas pruebas donde aprenderéis nuestras artes”.
Sin tardar un segundo, muy emocionados, hemos pasado una prueba tras otra; manteniendo el equilibrio por nuestro circuito de obstáculos como verdaderos equilibristas, practicando con el diábolo, las cariocas, los aros y las mazas como los malabaristas, adivinando las emociones que expresaban nuestros compañeros como los mimos… ¡hasta hemos cazado leones! Días cargados de ilusión en los que hemos disfrutado contagiándonos de la magia del circo.
Hemos aprendido como la felicidad está en las pequeñas cosas, en esos pequeños actos que hacemos el día a día, en nuestra vida cotidiana… en jugar, reír y disfrutar con los amigos y con nuestra familia.